220 vecinos de la parroquia homenajearon a dos de sus más veteranos residentes
La nueva generación, representada en Adriana y Lucas, de tres se manas y once meses de vida, también recibió su particular bienvenida ÓSCAR PANDIELLOGIJÓN
Visiblemente emocionados por el cariño de sus paisanos, Ana Rodríguez Rodríguez y José Maximino Conde Fernández recogían galardones y buenas palabras desde todos los ámbitos: desde la asociación de vecinos hasta el propio Ayuntamiento. «Estoy tremendamente agradecido por estos gestos, no hay palabras para describirlo», resume Conde, como así se le conoce en Porceyo tras 58 años viviendo en la parroquia.
Como ya es tradición, el Día de la Tercera Edad premió al abuelo y la abuela de Porceyo, reconociendo toda una trayectoria vital. Un homenaje entre amigos y seres queridos en el que no faltó la comida y, por supuesto, la música. «Empezamos en 1996 y no hay mejor lugar para la fiesta que la pista deportiva de la asociación de vecinos», explicó Marta Martínez, presidenta de la agrupación, ante los más de 220 presentes. Para recordar la emotiva jornada, a cada uno de los 'abuelos de la parroquia' se les hizo entrega de una placa conmemorativa junto a un reloj. A ella, además, se le dio un gran ramo de flores.
Visiblemente emocionados por el cariño de sus paisanos, Ana Rodríguez Rodríguez y José Maximino Conde Fernández recogían galardones y buenas palabras desde todos los ámbitos: desde la asociación de vecinos hasta el propio Ayuntamiento. «Estoy tremendamente agradecido por estos gestos, no hay palabras para describirlo», resume Conde, como así se le conoce en Porceyo tras 58 años viviendo en la parroquia.
Como ya es tradición, el Día de la Tercera Edad premió al abuelo y la abuela de Porceyo, reconociendo toda una trayectoria vital. Un homenaje entre amigos y seres queridos en el que no faltó la comida y, por supuesto, la música. «Empezamos en 1996 y no hay mejor lugar para la fiesta que la pista deportiva de la asociación de vecinos», explicó Marta Martínez, presidenta de la agrupación, ante los más de 220 presentes. Para recordar la emotiva jornada, a cada uno de los 'abuelos de la parroquia' se les hizo entrega de una placa conmemorativa junto a un reloj. A ella, además, se le dio un gran ramo de flores.
Como ya es tradición, el Día de la Tercera Edad premió al abuelo y la abuela de Porceyo, reconociendo toda una trayectoria vital. Un homenaje entre amigos y seres queridos en el que no faltó la comida y, por supuesto, la música. «Empezamos en 1996 y no hay mejor lugar para la fiesta que la pista deportiva de la asociación de vecinos», explicó Marta Martínez, presidenta de la agrupación, ante los más de 220 presentes. Para recordar la emotiva jornada, a cada uno de los 'abuelos de la parroquia' se les hizo entrega de una placa conmemorativa junto a un reloj. A ella, además, se le dio un gran ramo de flores.
Ana María Rodríguez, la mayor de cinco hermanas, nació el 1 de abril de 1932 en Porceyo. Su vida transcurrió entre su parroquia de nacimiento y Cenero, donde comenzó a vivir en 1967. Profesionalmente se dedicó a la costura, en primera instancia, antes de formar parte de la carnicería Trabanco, propiedad de su hermana y en la que estuvo trabajando 22 años. «No contaba con todo este despliegue. He visto crecer la parroquia en todos los sentidos y este reconocimiento me llena de alegría», afirmó, emocionada, poco después de la ceremonia.
De la mina a Ensidesa
Conde, por su parte, nació un año antes que Anita en Moreda de Aller, aunque con 11 primaveras se vino a vivir a Gijón. «Ya perdí la cuenta del tiempo que llevo en Porceyo, unos 58 años. He visto a muchos vecinos pasar por la parroquia y algo que les siempre les ha caracterizado es la cordialidad», señala, orgulloso, tras recibir la felicitación de un compañero.Durante 19 años la mina de la Camocha fue su segundo hogar, pero no el único, ya que en el último cuarto de siglo estuvo dedicado en cuerpo y alma a Ensidesa, ejerciendo como maestro.
«Uno en cada muñeca»
El Ayuntamiento también quiso estar representado en el acto con la presencia del concejal Manuel Ángel Arrieta, que obsequió a los homenajeados con un documento firmado por la alcaldesa y otros dos relojes, una falta de coordinación que provocó la carcajada de los vecinos. «Pues uno en cada muñeca», sentenció el edil entre risas. También hubo un hueco para los vecinos más recientes. Adriana y Lucas, de tres semanas y once meses, respectivamente, recibieron la bienvenida a Porceyo con unos pendientes y un marco para fotos de plata. «Son los encargados de continuar con nuestra tradición», sentenció Martínez.
De la mina a Ensidesa
Conde, por su parte, nació un año antes que Anita en Moreda de Aller, aunque con 11 primaveras se vino a vivir a Gijón. «Ya perdí la cuenta del tiempo que llevo en Porceyo, unos 58 años. He visto a muchos vecinos pasar por la parroquia y algo que les siempre les ha caracterizado es la cordialidad», señala, orgulloso, tras recibir la felicitación de un compañero.Durante 19 años la mina de la Camocha fue su segundo hogar, pero no el único, ya que en el último cuarto de siglo estuvo dedicado en cuerpo y alma a Ensidesa, ejerciendo como maestro.
«Uno en cada muñeca»
El Ayuntamiento también quiso estar representado en el acto con la presencia del concejal Manuel Ángel Arrieta, que obsequió a los homenajeados con un documento firmado por la alcaldesa y otros dos relojes, una falta de coordinación que provocó la carcajada de los vecinos. «Pues uno en cada muñeca», sentenció el edil entre risas. También hubo un hueco para los vecinos más recientes. Adriana y Lucas, de tres semanas y once meses, respectivamente, recibieron la bienvenida a Porceyo con unos pendientes y un marco para fotos de plata. «Son los encargados de continuar con nuestra tradición», sentenció Martínez.